Solo por una noche.
Se encontraba recostado sobre la incómoda cama del hospital, sus pulmones apenas podían respirar por sí solos, estaba al borde del abismo, tan cerca de la muerte que podía besarla; un corazón pútrido yacía bajo su pecho, intentando moverse, pues apenas cuando había logrado palpitar una vez, se volvía a debatir por si podría volver hacerlo nuevamente.
Alicia se encontraba sentada frente a su cama, la luz apenas bañaba su rostro debido a los rayos del sol que luchaban por entrar a través de las cortinas de amarillo pálido, logré ver como ella apretaba la mandíbula y coloque mi mano sobre su hombro para decirle sin palabras, que se calmara pues de lo contrario se haría daño y destrozaría su propia alma.
-No me toques.- me dijo con voz ronca, sin mirarme, sin moverse. Por un segundo pensé que se había quedado sin respiración.
Ella se apretaba el pecho con una mano, acariciando su propio corazón y golpeándolo a veces, como si quisiera arrancárselo.
Y solo entonces pude leer a través de sus pensamientos.
Llegamos a mi casa, de la misma forma en que lo habíamos hecho la última semana, desde que Mariano quedo en coma. Ambos estábamos mojados, tanto, que las lágrimas de Alicia pasaban desapercibidas; ella camino por el largo pasillo hasta la sala y se sentó en el sofá sosteniendo su cabeza con ambas manos.
Yo la mire un segundo y desistí de la ganas de abrazarla. Luego me acerque con una taza de café en la mano y la deje frente a ella, me aleje sin decir palabra y fui a cambiarme de ropa y traer unas toallas para ella. Cuando regrese la taza estaba en el fregadero sin haber sido bebida y Alicia seguía en la misma posición en que la deje como si jamás se hubiera movido del lugar.
-te vas a resfriar.- dije acercándome a ella.
Le separe las manos del rostro y cubrí su cabello con la toalla, secándoselo con calma y cuidado para no dañarla, sentí como ella me miraba, expectante, de seguro creía que intentaría algo otra vez. Su desconfianza era fundada, yo intentaría algo pues la amaba y cuando estaba con ella mi mente se cegaba.
-estas muy empapada tienes que quitarte esto.- dije comenzando a desabotonarle la camisa.
-no...Javier...detente.- me dijo golpeándome.- ¡¿no puedes respetar nada?! Si no respetas a Mariano que está en el hospital, respétame a mí.- me dijo furiosa, levantándose.- Mariano es amigo tuyo incluso antes de que me conocieran a mí.- me dijo mientras se acercaba a la ventana.- deberías por lo menos respetar...
No quise escucharla, había escuchado tantas noches sus lamentos y sus sueños, todas esas cosas que amaba de ella y también que odiaba por el simple hecho de que me alejaban cada vez más. Corrí a abrazarla antes de que terminara la frase.
-solo por una noche.- le susurre al oído.- solo por hoy y nada más, nunca más.
-no puedo…no puedo amarte...-me dijo.-no puedo...él nos ha dado mucho a ambos.
- solo por una noche.- seguí diciendo mientras le besaba el cuello.
-Javier.- susurró ya cansada.
Me aleje molesto. No esperaba que ella me diera algo, jamás me daba nada, y yo sabía que ella lo amaba a él, lo sabía porque cuando ellos se conocieron yo estaba allí, al lado de Mariano y ella nos miró, y antes de que Alicia lo supiera yo sabía que se había enamorado de Mariano y mi amigo correspondía ese sentimiento, jamás vi tanta felicidad en los ojos de mi amigo que cuando miraba a Alicia.
Me senté en el sofá. Hace mucho tiempo que Alicia se dio cuenta de mis sentimientos y por eso me rehuía, cuando Mariano estaba cerca no me dejaba ni siquiera rozarla, pero como no deseaba perder mi amistad jamás se alejó definitivamente de mí.
-espero que aparezca un donante.- dije maliciosamente, sabia el efecto devastador que producía en Alicia cada vez que tocaba el tema. Me mordí el labio al ver que rehuía mi mirada, odiaba herirla pero mis celos eran aún más fuertes.
Mire la foto que estaba sobre la mesa, nosotros tres sonreíamos a la cámara, sobretodo Alicia.
- solo por una noche...-volví a decir como rogándole a la mujer que me miraba en la fotografía, a esa Alicia falsa que solo en mis sueños podía estar conmigo.
- solo por una noche.- dijo la Alicia de sonrisa rígida y fingida. De pronto esas palabras no me sonaron tan falsas y me di cuenta que realmente las había escuchado, habían salido de la boca fría de mi amada. De la verdadera Alicia.
Quede sin aliento, y la mire sin querer hacerlo, ella no me miraba, su flequillo le tapaba el rostro y sus mejillas estaban encendidas como si fuese una colegiala. Sonreí a pesar de que mi rostro no lo hizo.
No sé cómo pudo suceder, ni como ella lo permitió.
Sabía que no era mía, jamás lo seria pero agradecía que solo por esa noche lo fuera.
Cuando ella comenzó a besarme por propia voluntad entendí que quería olvidarse de todo, de Mariano, de su dolor, y seguramente de mí. Y si ese era su deseo yo le daría el placer.
Yo no pensaba, estaba tan feliz que mi mente se nublaba, pero algo en mi pecho dolía al verla sucumbir ante mí, al ver que tal vez la persona en su mente no era yo o que tal vez su mente estaba perdida en una soledad donde solo existía ella.
- solo por una noche.- dije escondiendo mi rostro entre sus pechos.
- solo por una noche.- repitió ella como si fuera un ritual y acercó su boca a la mía, besándome como nunca antes lo había hecho.
Mis ojos comenzaron a arder, me dolían tanto que me quede quieto, sin aliento, con la vista borrosa, y las lágrimas me corrieron por las mejillas cuando cerré mis ojos; ella preocupada me tomo el rostro entre sus manos y vi mi expresión reflejada en sus pupilas. Nunca vi un hombre más desesperado.
-¿te casarías conmigo?-le pregunte.- estemos juntos por siempre.
-Javier...yo...
-¿te casarías conmigo?-volví a preguntar desgarrándome la garganta al intentar que mi voz sonara normal.
-si.-susurró ella cerrando los ojos con una sonrisa en la boca. ¿Qué estaría pensando…o sintiendo, en ese momento?
-¡oh! ¡Por dios!.- mi exclamación fue honesta pero mi mente estaba en blanco, estaba ensimismado, feliz como nunca lo había sido, como cuando se presencia lo mas hermoso que puede existir en la tierra. Mi vida se iluminó por la belleza de Alicia debajo de mi cuerpo.- yo...Javier, juro amarte y respetarte, en la salud y la enfermedad hasta que la muerte nos separe.- susurre mirándola fijamente a los ojos.
Ella sonrió y junto su frente con la mía.
-yo, Alicia, juro amarte y respetarte, en la salud y la enfermedad hasta que la muerte nos separe.- cerro los ojos en calma por primera vez.
Sonreí, se veía bella y espectral, solo ella podía haberse visto de esa forma, tan lejos de su escencia humana.
Esa noche, no dormí, me encargue de memorizar cada rincón de su cuerpo, de acariciar cada pliegue de piel y de mirar en cada rincón de su alma; si no podía ser mía, por lo menos tendría su recuerdo.
Cuando estaba amaneciendo caí rendido, con sueño. Casi inconsciente, sentí que ella se levantaba de la cama, me besaba la frente y se alejaba, mi mano instintivamente quiso agarrarla, para no separase de su cuerpo pero no la alcanzó y simplemente cayó, encontrándose con el colchón vacío ante sí. Ella se había ido.
De pronto recordé como se apretaba el pecho el día anterior y comprendí a donde había ido, y lo que quería a hacer ¡no la dejaría! la amaba demasiado, y ya había dejado todo preparado para evitar que ella se sacrificara. De nuevo mis ojos ardieron y mi garganta picó, y a pesar de que mi vista se nublaba, logre coger el celular y llamé.
-Dra. Cárdenas, le pido por favor que no haga pregunta.- dije y no escuche nada más que la respiración de la mujer.- solo le diré que mi corazón es de Mariano.-corté.
Tenía miedo ¿Cómo no tenerlo?
Cuando logre calmarme llame a una ambulancia. Con un lápiz escribí en mi pecho y me tome de golpe todos y cada una de las pastillas que tenía en el botiquín. No queria arrepentirme, por lo que mis movimientos fueron rapidos y concisos. Creí que convulsionaria o algo similar, pero solo me sentí cansado, con mi cuerpo rígido y con un sueño que le ganaba a mi razón.
Cerrando los ojos soñé que Alicia entraba por la puerta con una bandeja en la mano, me traía el desayuno. Soñé que al verme lanzaba la bandeja lejos y soñé que al leer lo que tenía escrito en mi pecho ella gritaba que me amaba, que no la dejara, que la había sacado del agujero negro en que se encontraba y que me necesitaba. Soñé que me tomaba la mano y me decía que nunca amo a Mariano, que al que miro con felicidad, cuando se conocieron, no era a él, sino a mí, pero que las cosas suceden y le debía demasiado a Mariano como para no corresponderle. Soñé que decía mi nombre pidiendo que me despertara, rogándome que reaccionara. Soñé que la ambulancia llegaba y que ella llorando corría a abrirles para que entraran. Soñé que los hombres gritaban entre si y al leer lo de mi pecho se miraban extrañados. Creo que sentí que alguien me movía. Alicia ya no gritaba, ya no hablaba o por lo menos yo no la escuchaba, y yo ya no soñaba, aunque sé que seguía soñando, pero no recuerdo nada.
Solo sé que quería que ella fuera feliz aunque no fuera conmigo.
Solo sé que yo fui realmente feliz, aunque fuera solo por una noche.